lunes, 23 de noviembre de 2009


No Permitas...

No permitas jamás que alguien
venga a ti y se aleje sin
ser mejor y más feliz.

Conviértete en la expresión
de la bondad de Dios,
bondad sobre tu rostro,
bondad en tu sonrisa
y en tu saludo.

Ofrece a los niños, a los pobres,
a los que sufren,
una sonrisa de gozo.


Dales no sólo tus cuidados sino
también tu corazón.


M. Teresa de Calcuta.

lunes, 16 de noviembre de 2009

¡Desde Dios a la amistad...desde la amistad a Dios!






"Sin un amigo, no encontramos nada amigable en el mundo"- San Agustín-.






En el amigo, es el mismo Dios que se hace presente. En su rostro resplandece realmente el rostro de Dios. El amor invisible de Dios recibe un rostro humano, su ternura inefable se toca en la expresión Humana.

San Agustín afirma que, cuando un amigo nos consuela en nuestra tristeza y llora junto con nosotros, cuando nos anima y alegra, entonces en él y por él "actúa aquél que por su Espíritu hace buenos a los otros".

La amistad es siempre un regalo que Dios mismo nos regala. En ella está la oportunidad para buscar al otro como alguien que viene de Dios y cuya intimidad está fundada en la de Dios. De esta manera se cobija en el misterio de Dios, que es el Amor. Así la amistad cristiana se profundiza en una intimidad totalmente nueva, en la intimidad de Cristo, Verbo de Dios, revelación de la intimidad de la Trinidad".

La amistad no debe ser un apegarse al otro, más bien debe conocer también la distancia, para que el otro realmente sea transparente para Dios y no un sustituto para Dios. Cuando en la oración puedo estar sólo ante Dios, cuando allí la presencia de Dios deja todo lo demás en la sombra, entonces la amistad me ha llevado a Dios. En esto hay diferentes caminos. Yo puedo, en la oración, mirar a mi amigo/a y mis sentimientos hacia él/ella, los cuáles quizás son más fuertes que aquellos que tengo para con Dios, y puedo a través del amigo/a y a través de tales sentimientos penetrar hacia Dios, a quien se dirige mis anhelos más profundos. O yo puedo también mirar sólo a Dios, dejarme amar por Él, a tal punto que nadie más puede acceder a este coloquio íntimo.

La amistad es una unión que hace bien al alma. Brinda la posibilidad de conocerse a si mismo, viéndose reflejado en el espejo de cada amigo, de ser pulido en sus asperezas, y desarrollar la sensibilidad para los demás.


("Célibes por amor a la vida- Permitir ser al amor humano" Anselm Grün)


http://www.youtube.com/watch?v=FBo8vX3iMI0

domingo, 8 de noviembre de 2009



Seguir la Huella de la Vida


Cuando uno sigue la huella de la vida, puede ser totalmente correcto que proteja también esta huella, por ejemplo meditando a diario, consagrándose a un buen orden, descubriendo rituales curativos y ejercitándolos en la fidelidad y, a la vez, en libertad. Pero entonces, no se trata de un trabajo ni de una actividad piadosa, sino que se trata de la vida a la que todas las formas religiosas quieren ayudar a dar el salto. La huella de la vida es, al mismo tiempo, el sendero en el cual descubro mi esencia más primitiva, la imagen única que Dios ha hecho de mí. Allí donde algo vive en mí, allí donde me conecto con mi verdadero ser, allí donde soy íntegramente yo mismo, recién allí podré ser la criatura única que Dios ha creado. Pero allí donde soy íntegramente yo mismo, no me siento aislado de los demás, sino que me siento parte de toda la Creación. Allí entablo una profunda relación interior con las personas, con todas las criaturas.No experimento a Dios fuera del mundo, sino justamente en relación con ese mundo, en relación con los árboles y las piedras, con las montañas y con los lagos, con las flores y los animales. No es fanatismo por la naturaleza, es la expresión de una profunda experiencia espiritual: el espíritu de Dios penetra toda la Creación y, de esta forma, nos habla a través de cada criatura de este mundo. Cuando, por las mañanas, camino meditando cerca de un arroyo, después de laudes, y me percato de lo que es, me siento uno con la Creación, siento la vida que florece y se abre por doquier también en mí. Entonces experimento a Dios en la amplitud de la respiración y en la luz de la aurora.

Anselm Grün