«—¿No te has preguntado nunca cuál de las cosas que vives es la que me causa mayor alegría? —
No —le digo a Jesús. Y El me responde:
—Cuando con lúcida libertad contestas que sí a las llamadas de Dios
—y continúa diciéndome—: Recuerda esta frase del Evangelio: La verdad os hará libres.
Sólo podéis responder a las llamadas de la gracia libremente cuando vuestra propia verdad se hace patente, cuando la aceptáis con humildad y cuando, desde ella, mantenéis un diálogo con Dios, dándoos cuenta de que todo lo que os haya pasado y os vaya a pasar responde a un amoroso y providente proyecto de Aquel que es vuestro Padre.
Sí, muchas cosas os dejarán perplejos, e incluso os conducirán hasta una densa oscuridad; o bien causarán en vosotros un dolor hiriente y paralizador; pero la fuente de vuestra fe será vuestro escudo. ¿No se ha revelado Dios como vuestro Abba? ¿No he abrazado Yo, el Hijo, lo más miserable de vuestra condición? ¿No os defiende a vosotros el Espíritu Santo Paráclito? Todas estas realidades, creídas con el alma y el corazón, despertarán vuestra confianza.
¡No tengáis miedo de vosotros mismos! ¡No temáis lo que sois, vuestra realidad, esa realidad que afronta cualquier ser humano, en la que Dios planta su tienda para habitar con vosotros! Dios se ha hecho carne, su nuevo nombre es Emmanuel. Dios con nosotros: Dios con tu realidad.
Ábrete a ella sin miedo. Sólo en la medida en que te descubras a ti mismo, descubrirás la hondura de su amor. En lo profundo de lo que eres, experimentarás que no estás solo. Amorosa y misericordiosamente, alguien ha penetrado en el misterio de tu humanidad más íntima, y no como espectador, ni como juez, sino como alguien que te ama, que se ofrece y se une a ti para liberarte, para salvarte, para sanarte... Para quedarse siempre contigo amándote, ¡amándote!».
No —le digo a Jesús. Y El me responde:
—Cuando con lúcida libertad contestas que sí a las llamadas de Dios
—y continúa diciéndome—: Recuerda esta frase del Evangelio: La verdad os hará libres.
Sólo podéis responder a las llamadas de la gracia libremente cuando vuestra propia verdad se hace patente, cuando la aceptáis con humildad y cuando, desde ella, mantenéis un diálogo con Dios, dándoos cuenta de que todo lo que os haya pasado y os vaya a pasar responde a un amoroso y providente proyecto de Aquel que es vuestro Padre.
Sí, muchas cosas os dejarán perplejos, e incluso os conducirán hasta una densa oscuridad; o bien causarán en vosotros un dolor hiriente y paralizador; pero la fuente de vuestra fe será vuestro escudo. ¿No se ha revelado Dios como vuestro Abba? ¿No he abrazado Yo, el Hijo, lo más miserable de vuestra condición? ¿No os defiende a vosotros el Espíritu Santo Paráclito? Todas estas realidades, creídas con el alma y el corazón, despertarán vuestra confianza.
¡No tengáis miedo de vosotros mismos! ¡No temáis lo que sois, vuestra realidad, esa realidad que afronta cualquier ser humano, en la que Dios planta su tienda para habitar con vosotros! Dios se ha hecho carne, su nuevo nombre es Emmanuel. Dios con nosotros: Dios con tu realidad.
Ábrete a ella sin miedo. Sólo en la medida en que te descubras a ti mismo, descubrirás la hondura de su amor. En lo profundo de lo que eres, experimentarás que no estás solo. Amorosa y misericordiosamente, alguien ha penetrado en el misterio de tu humanidad más íntima, y no como espectador, ni como juez, sino como alguien que te ama, que se ofrece y se une a ti para liberarte, para salvarte, para sanarte... Para quedarse siempre contigo amándote, ¡amándote!».
Conclusión del libro "Libertad Interior" de Jacques Philippe